lunes, 25 de julio de 2016

SEMANA 24 LAS ANTIGUAS CIVILIZACIOES Y LA ASTRONOMÍA




LA ASTRONOMÍA Y LAS ANTIGUAS CIVILIZACIONES

Mesopotamia
 Dentro de la Mesopotamia los Babilónicos estaban tecnológicamente mucho más avanzados que sus competidores.
Llamativamente su estudio de los cielos era empírico, realizando anotaciones matemáticas de todo lo observado -matemática que heredaron y continuaron de los sumerios-, y su realizando varios análisis extremadamente analíticos -lo que los separaba de sus extremadamente supersticiosos vecinos-. Gran énfasis se encuentra en sus estudios sobre el movimiento planetario. Su mayor área de investigación, consistía en poder establecer las estaciones planetarias -muy posiblemente con el fin de construir mejores horóscopos-. Tanto avanzaron en éste campo que fueron la primera civilización en poder predecir la ubicación de un planeta a futuro matemáticamente.
La Tierra estaba representada con una gran montaña rodeada por agua y cubierta por la bóveda celeste. La bóveda no estaba formada por aíre, sino que era sólida y los picos más altos de la Tierra la sostenían.

Egipto
La principal utilización de la astronomía en Egipto se basaba en la división del tiempo. Ya desde el año 3000 AC dividían el año en 360 días el cual, a su vez, se dividía en 3 estaciones que se repartían en 12 meses de 30 días. Para solucionar los problemas de desfase, por las diferencias entre el Sol y la Luna, de las estaciones con respecto al calendario, 5 días “aparte” eran agregados periódicamente. Los decanos, constelaciones que servían para dividir el tiempo, dividían el año en 36 décadas -no décadas de 10 años sino que éstos eran períodos similares a las casas astrológicas de los demás calendarios-. Las pirámides, por ejemplo, cuyas caras se orientan cada una a los cuatro puntos cardinales, los palacios que apuntan a constelaciones específicas.
Su estudio primordial se basaba en comprender algunos fenómenos como el crecimiento del Nilo, río en el cual habían notado unas etapas en sus desbordes. Esto les permitía coordinar sus cosechas y abandonar el área antes de que se produjera dicha catástrofe. Los escribas, principalmente, eran los astrónomos encargados de anotar todo tipo de avistamientos y observaciones estelares. Sabemos que para ayudarse utilizaban un merkhet, una especie de compás estelar que permitía observar las estrellas y determinar la hora de noche.  La Tierra era vista como un montón de rocas rodeadas de una gran masa de agua.

Hebreos
La astronomía Hebrea era extremadamente inocente y plagada de supersticiones. La bóveda celeste estaba muy lejos de la Tierra, y en ella habitaba un Dios quien, periódicamente, se encargaba derramar agua sobre la Tierra para producir la lluvia. De todas maneras, la bóveda en algunos casos podía ser tocada por los pájaros de alto vuelo. Las estrellas y los planetas, a diferencia de las civilizaciones científicas del pasado, no se mueven por fenómenos matemáticos sino que son guiadas por el Dios quien les marca periódicamente sus caminos.

China
La astronomía en China se practicaba principalmente con fines esotéricos. Su deseo era, mediante el estudio de los planetas, poder predecir los acontecimientos futuros del reinado dinástico. No obstante, la utilidad principal era la de organizar su calendario el cual dependía fuertemente del Sol y de la Luna, presentando ciclos bisiestos cada 19 o 20 años para eliminar el desfasaje entre ambos astros. Tanta atención ponían a dichos astros que gracias a unas tablillas notarias que datan aproximadamente de unos 4 mil años, sabemos que dos astrónomos, Hi y Ho, fueron condenados a una muerte dolorosa a causa de no poder predecir un eclipse solar. Para el estudio de los astros utilizaban anillos, relojes de agua -equivalente a los que los Griegos denominaban Clepsidras- y principalmente un elemento análogo al gnomon helénico.

Grecia
Con Grecia llegamos por primera vez al estudio del cielo científicamente. Si bien los primeros Griegos explicaron el universo de manera religiosa -creando con esto la religión más poética, hermosa y bella de todas- su talento, esa maravilla de civilización, no tardó en darse cuenta que sus explicaciones religiosas no eran más que patrañas sin sentido por lo que decidieron explicarlo por medio de la lógica, la observación y sobretodo la razón. Por primera vez en la historia el universo sería visto con un ojo crítico y no con un ojo crédulo y temeroso.
Su estudio del cielo, durante la mayor parte de los primeros milenios antes de Cristo, sería rigurosamente matemático. Los griegos entendían que el universo era algo majestuoso y perfecto, por lo que la matemática era la llave justa para develar sus misterios. No obstante, todo científico griego era simultáneamente un filósofo, por lo que una explicación numérica no bastaría y se enfocarían en encontrarle una relación.
La inmediata y lógica función de la astronomía para los griegos sería la utilización de los astros medición del tiempo. Tales de Mileto  (alrededor del 600 AC) reintroduciría en Grecia algunos de los conceptos básicos de los Babilonios y Egipcios y los mejoraría, utilizándolos como base para el futuro estudio del firmamento. Casi un siglo después, gracias a los avances de Pitágoras, se harían un gran número de descubrimientos y relaciones en la lógica planetaria. Uno de éstos sería abandonar el concepto plano de la Tierra por el concepto esférico.  También logró predecir una órbita mucho más exacta de la Luna y dilucidar que la estrella mañanera -Venus- era la misma estrella de la tarde, generando grandes cálculos que lo explicaban en el proceso. Pero que es lo más importante que le dejó Pitágoras a la autonomía y a la ciencia en su totalidad: establecer que un problema complejo podía ser estudiado desglosándolo en partes más fáciles de comprender y así dio origen a los primeros modelos explicativos de la historia. Algo que es la base de nuestra ciencia actual. cerca del 450 AC Oenopides calcularía el eje terrestre en 24º, también mejoraría en gran medida el sistema calendario de Grecia. En el año 430 AC Meton y Euctemon harían una gran contribución calculando los causales del equinoccio, y gracias a esto se podría predecir la llegada del año tropical. Sin embargo su mayor hallazgo fue el diseñar una de las primeras “computadoras” de la historia: el parapegma. Esta herramienta servía para relacionar correspondencias sin la necesidad de realizar elaborados cálculos. Por este tiempo Demócrito, la primera persona en la historia en sugerir que todo está formado por átomos, realizaría un impresionante catálogo estelar -lamentablemente perdido en las arenas del tiempo- que serviría de guía básica a todos los astrónomos. El astrónomo griego Aristarco de Samos (lugar próximo a Mileto), que vivió en Alejandría, puso en duda todo el modelo geocéntrico griego y postuló que la Tierra gira en 24 horas y se traslada en torno al Sol en un año.

Con Eudoxo, quien ampliaría el concepto de atomización de un fenómeno de Pitágoras, se abre una nueva etapa en la astronomía griega. Eudoxo propone la teoría de las Esferas, donde el movimiento de los planetas es estudiado de forma separado y no como un todo. Interpretando el movimiento de los planetas como un fenómeno circular y trayendo a la luz el concepto de órbita. Su trabajo además permitió entender el movimiento de las constelaciones a lo largo de la noche.
Con la mejora de la geometría en el siglo 3 AC llegaría una nueva etapa analítica en la astronomía Griega. Siendo Autolico y Euclides los abanderados de éstos nuevos descubrimientos. Tan importantes son sus contribuciones que podríamos decir que con Euclides y su obra Phaenomena se crean las bases de la astronomía matemática moderna. Aristarco mediría distancias planetarias con una exactitud asombrosa, sobre todo en lo relativo a la distancia entre el Sol y la Luna. Apolonio describiría la teoría epicíclica, la cual, sería de vital importancia en los trabajos de Ptolomeo.
Prontamente la decadencia del mundo helénico traspasaría el estudio de los cielos a los Romanos, quienes lo extenderían y refinarían gracias a su estoica y utilitaria visión del mundo. Desafortunadamente la caída del Imperio Romano llevaría a que el Cristianismo imponga la visión Hebrea del universo como “verdad absoluta” retrasando por mil años el estudio del firmamento.


Roma
La Astronomia en Roma El imperio Romano, tanto en sus épocas paganas como cristiana, dio poco o ningún impulso al estudio de las ciencias. Roma era una sociedad práctica que respetaba la técnica pero consideraba la ciencia tan poco útil como la pintura y la poesía. Los conocimientos astronómicos durante este período son los que ya se conocían en época helena, es decir, algunas teorías geocéntricas (Aristóteles) y la existencia de los planetas visibles a simple vista Venus, Marte, Júpiter y Saturno, con especial mención a nuestro satélite natural, la Luna conocida desde siempre y considerada como un Dios.

Aztecas
Los calendarios aztecas hablaron también de un saber cuya profundidad aun no entendemos. Los mayas, habitantes de la península de Yucatán y partes de las actuales Guatemala y Honduras, consiguieron un desarrollo extraordinario en astronomía. Es famoso su calendario, elaborado hace más de veinte siglos  y que está basado en un  profundo y eficaz estudio de los desplazamientos de la Luna y la Gran Estrella noh ek (Venus) respecto del Sol. El año maya difiere del actual en menos de cinco minutos, en tanto que el calendario romano, de la misma época, se equivoca en unos diez a once minutos al año.

Mayas
los mayas lograron importantes desarrollos en los conocimientos celestes, Los incas se consideraban descendientes del Sol y los aztecas adoraban al dios Huitzilopochtli joven guerrero, símbolo del Sol que amanecía cada mañana enfrentándose en lucha con sus hermanas, las estrellas, y su hermana, la Luna, para que se retirasen y así imponer su reinado diurno. Moria al atardecer y tras recuperar fuerzas, volvía a la madre Tierra, para renovar el ciclo cada día.

India
En las tribus primitivas de la India,  tenían creencias de que la Tierra era una enorme bandeja de té que reposaba sobre tres inmensos elefantes, los que a su vez estaban sobre la caparazón de una tortuga gigante.

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